viernes, 29 de abril de 2016

Nuestros dioses

(Relato escrito con la finalidad de ser presentado a cierto concurso literario en en el que el tema ha de ser la libertad)

El coloso de mármol que es Atenas irradia jovialidad y alberga en sus calles y en el ágora un constante ajetreo, pero la situación cambia considerablemente por la noche, con su silencio generalizado y sus luces solitarias y melancólicas, como fantasmas errantes por las calles de la ciudad.
La luz que emanaba del candil se dispersaba a lo largo del patio interior, permitiendo discernir las figuras hoplitas de los jarrones que decoraban las finas paredes de adobe.
-Normalmente, ya deberías yacer en tu lecho. –Decía Arístides en voz baja.
-Así es, ¿cuál es el motivo, pues, por el que me has hecho reunirme contigo aquí, padre? –Preguntó Khristophoros, extrañado.
-Tu partida a la guerra, ¿cuál sería si no? –Respondió el padre, preocupado.
-No sufras, estoy preparado para lo que el porvenir me depare. ¡Definitivamente rechazaremos a los bárbaros! –Dijo, casi vociferando, el joven efebo.
-Se llaman medas o persas. No sabes ni cómo se llama el enemigo. Y más esencial, ¡ni sabes por lo que luchas! –Le reprochó Arístides.
-Padre, sé por lo que lucho: lo hago por la ciudad. –Contestó un confiado Khristophoros .
-Mal, pésimo. ¡Luchas por la libertad! ¡Por nuestra democracia! Deja que te cuente una historia…
-Te equivocas si piensas que soy todavía un niño. –Le interrumpió Khristophoros, con cierto aire indignado.

-No, el que se equivoca eres tú, ingenuo. Que Atenea haga el favor de otorgarte sabiduría. No te iba a contar fábulas de Esopo, pues esta historia es real. Sin embargo, ambas historias comparten un elemento crucial: ambas contienen una moraleja. –Sermoneó el astuto progenitor.
-Lo siento padre. –Se resignó Khristophoros.
-Bien, acomódate y escucha bien:

Dícese de un rey de reyes, amo y señor de todas las satrapías de las lejanas tierras de oriente y gobernador de Persia. Poseedor de las más vastas riquezas, en sus tierras son edificados zigurats tan altos que la vista no alcanza a ver. Sin embargo, en esas tierras, hay guerreros pero no valentía, hay ciudades pero no ciudadanos, hay hombres pero no hay libertad.
Dicho rey, hace diez años, decidió que la conquista de nuestra Atenas, Esparta, Tebas, Corinto y toda la Hélade, era su destino. Pero que apague Apolo la chispa del Sol antes de que dejásemos a un bárbaro usurpar nuestra recién nacida democracia. Alentados, pues, por la preservación de nuestra cultura, nuestro idioma, nuestros dioses y lo que es más importantes, por nuestra condición de ciudadanos libres, partimos hacia la guerra. El día 6 del primer mes del equinoccio de otoño, nuestro esclavo me despertó sobresaltado: los invasores estaban a unos pares de días de las costas de Maratón. Rápidamente, me coloqué mi panoplia hoplita: me puse mi thórax; mi coraza de bronce, las cnémidas; las grebas y el casco corintio, para después coger el hoplon; el pesado escudo y la dóry junto a mi xifos; lanza y espada, respectivamente. Nos reunimos en el ágora con el Sol empezando a alzarse en el horizonte. Los strategos, hicieron un recuento de nuestros hombres. No superábamos los 10.000 hombres entre el ejército y la guarnición. Inmediatamente, partimos a marcha forzada hacia la ciudad de Maratón, pasando por los incontables riscos y acantilados del Ática. A pesar de nuestras pesadas panoplias, llegamos a la playa de Maratón en unas 5 o 6 rotaciones completas del Sol. Establecimos nuestro campamento frente a la gran muchedumbre extranjera y frente a las olas que Poseidón mandaba furioso, a unos dos hippikon –ocho estadios-. Allí, mantuvimos una inquieta y sobretodo, tensa espera de cuatro días. Recuerdo, cómo se hundían mis sandalias en la fina arena y cómo sentía la brisa marina en uno de mis rutinarios paseos por el campamento, paseos que combinaban una extraña sensación de tranquilidad y de constante tensión al mismo tiempo. Recuerdo también, cómo dediqué un momento a observar de cerca a uno de los miles y miles de invasores congregados en la playa. Éste, portaba una frágil lanza y un escudo, de mimbre probablemente, además de ir ataviado con largas túnicas púrpuras y de cubrir su cara completamente, a excepción de sus ojos, con un pañuelo blanco. Definitivamente, estos bárbaros eran realmente singulares, ¿es que acaso no querían mostrar su figura corporal? Éramos su viva contraposición, desnudos completamente, a excepción de nuestra panoplia hoplita, la protección más fundamental. Pero mis esbozos de disertación se vieron interrumpidos el quinto día. Con Helios cabalgando bien alto sobre nuestras cabezas, finalmente el ejército forastero tomó la iniciativa. Cientos de arqueros orientales se adelantaron unos 100 pies, a la vez que nuestras tropas de infantería ligera armadas con jabalinas, generalmente esclavos liberados, hicieron lo mismo. No les dio tiempo a éstos últimos a lanzar más de dos ráfagas de jabalinas cuando las flechas inundaron el cielo, como si de un eclipse se tratara, provocando un silbido ensordecedor. Nuestros compañeros fueron masacrados. En ese momento, oí al trompetista tocar el salpinx. Los strategos se dispusieron a formar la falange, con una línea de hombres frontal delgada –en la que yo me encontraba en primera fila- y nuestros dos flancos bien reforzados y gruesos. Volví a escuchar el salpinx: esta vez su melodía era diferente. Esta nueva combinación de notas, la habíamos planificado antes de partir de nuestra ciudad y significaba que debíamos cargar. Empezamos a correr con nuestros pesados escudos hacia los invasores. El cielo se volvió a oscurecer y volvimos a escuchar el silbido infernal. En ese momento, levantamos nuestros escudos, sintiendo cómo las flechas quedaban clavadas en ellos. La masa compacta de músculos y acero que éramos, impactó de manera brutal en las filas enemigas. Ensarté con mi lanza a un bárbaro, mientras que otro recibió un impacto mortal de mi escudo en la cabeza. Nos mantuvimos un largo período de tiempo batallando de la clásica forma en la que llevábamos haciendo desde siempre: mientras que yo y mis compañeros a mis lados empujábamos hacia delante y luchábamos cuerpo a cuerpo, los ciudadanos de las filas de atrás empujaban también hacia delante para mantener nuestra formación y romper la del enemigo. Pero perdimos rápidamente la ventaja con la que comenzamos cuando los melóforos, los mejores hombres de Darío, comenzaron a presionarnos. Estuvieron a punto de romper nuestras filas, lo que habría significado nuestra total aniquilación, pero logramos resistir gracias a nuestra disciplina a cambio de retroceder unos pasos. Y es que, si en los relatos homéricos se ensalzaba a los héroes individuales, aquí, éramos un colectivo de hombres libres que funcionaba como una sola unidad. Finalmente, al retroceder nuestra línea frontal, los flancos en volvieron a las tropas persas como una pinza, masacrándolos en el acto. Emprendieron la retirada, pero eso no impidió la carnicería. La sangre llegaba a los tobillos y el hedor se hizo insoportable en unos días. Habíamos ganado.

-¿Y cuál, padre, es esa moraleja de la que hablabas? –Preguntó interesado Khristophoros.
-La moraleja, mi hijo, si todavía no la has logrado discernir, es muy simple pero clara. Nuestra libertad es única en el mundo conocido, por lo que invasores de todo tipo intentarán arrebatártela. Por ello, ésta, no es algo que conseguirás de manera gratuita. Al igual que tu padre y que el padre de tu padre, has de luchar por preservar tu libertad. Así que ve, como ciudadano ateniense y defiende el paso de las Termópilas, defiende tu libertad.

martes, 25 de noviembre de 2014

El origen de la lira (Garcilaso de la Vega)

(Poema que  me gusta mucho y quería compartirlo)
.
Si de mi baja lira
tanto pudiese el son que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento;
.
Y en ásperas montañas
con el suave canto enterneciese
las fieras alimañas,
los árboles moviese
y al son confusamente los trujiese,
.
No pienses que cantado
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre y de sudor teñido;
.
Ni aquellos capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes,
el fiero cuello atados,
y los franceses van domesticados;
.
Mas solamente aquella
fuerza de tu beldad sería cantada,
y alguna vez con ella
también sería notada
el aspereza de que estás armada:
.
Y cómo por ti sola,
y por tu gran valor y hermosura
convertido en viola,
llora su desventura
el miserable amante en tu figura. 
.
Hablo de aquel cautivo,
de quien tener se debe más cuidado,
que está muriendo vivo,
al remo condenado,
en la concha de Venus amarrado.
.
Por ti, como solía,
del áspero caballero no corrige
la furia y gallardía,
ni con freno la rige,
ni con vivas espuelas ya le aflige.
.
Por ti, con diestra mano
no revuelve la espada presurosa,
y en el dudoso llano
huye la polvorosa
palestra como sierpe ponzoñosa.
.
Por ti, su blanda musa,
en lugar de la cítara sonante,
tristes querellas usa,
que con llanto abundante
hacen bañar el rostro del amante.
.
Por ti, el mayor amigo
le es importuno, grave y enojoso;
yo puedo ser testigo,
que ya del peligroso
naufragio fui su puerto y su reposo.
.
Y agora en tal manera
vence el dolor a la razón perdida,
que ponzoñosa fiera
nunca fue aborrecida
tanto como yo de él, ni tan temida.
.
No fuiste tú engendrada
ni producida de la dura tierra;
no debe ser notada
que ingratamente yerra
quien todo el otro error de sí destierra.
.
Hágate temerosa
el caso de Anajárete, y cobarde,
que de ser desdeñosa
se arrepintió muy tarde,
y así su alma con su mármol arde.
.
Estábase alegrando
del mal ajeno el pecho empedernido
cuando, abajo mirando,
el cuerpo muerto vido
del miserable amante allí tendido,
.
Y al cuello el lazo atado
con que desenlazó de la cadena
el corazón cuitado,
y con su breve pena
compró la eterna punición ajena. 
.
Sintió allí convertirse
en piedad amorosa el aspereza.
¡Oh tarde arrepentirse!
¡Oh última terneza!
¿Cómo te sucedió mayor dureza?
.
Los ojos se enclavaron
en el tendido cuerpo que allí vieron;
los huesos se tornaron
más duros y crecieron
y en sí toda la carne convirtieron;
.
Las entrañas heladas
tornaron poco a poco en piedra dura;
por las venas cuitadas
la sangre su figura
iba desconociendo y su natura,
.
Hasta que finalmente,
en duro mármol vuelta y transformada,
hizo de sí la gente
no tan maravillada
cuanto de aquella ingratitud vengada.
.
No quieras tú, señora,
de Némesis airada las saetas
probar, por Dios, agora;
baste que tus perfectas
obras y hermosura a los poetas
.
Den inmortal materia,
sin que también en verso lamentable
celebren la miseria
de algún caso notable
que por ti pase, triste, miserable.
-Garcilaso de la Vega

viernes, 7 de marzo de 2014

Adivinanza

Adivina,adivinanza:
¿En qué hay dolor y matanzas?

Adivina,adivinanza:
Es causado por enemistad y no alianza

Adivina,adivinanza:
Después de ella,habrá venganza

Adivina,adivinanza:
No nos olvidemos de la desconfianza

Adivina,adivinanza:
De sangre se manchan las lanzas

Si al pensamiento no distes tregua,
sabrás que se trata de la guerra.

lunes, 3 de marzo de 2014

Esa cosa

Vaya,parece que tenemos otro análisis...

¿Recuerdan a Gnok y a Hydom? Bien,pues este o esto es también un ente,sólo que no tiene mucho que ver con estos 2 nombrados anteriormente.La omnipresencia es una de las pocas cosas que comparte con Hydom y Gnok.Esta ''cosa'' casi siempre nos está siguiendo.Otra similitud que comparte con nuestros anteriores dioses es que tampoco tiene una muy buena intención.

Dicen diversas fuentes,que,si nuestros ojos se posan sobre eso durante más de 1 minuto,se encargará de arrancárnoslo para que no le miremos más,pues es muy tímido.Supongo que esa es la razón de que nos intente matar a todos siempre desde atrás.

La verdad es que es algo extraño;esa cosa,vive a nuestra costa,pero a la vez,intenta matarnos.¿Cómo, que cuándo nos intenta asesinar? ¿Te ha ocurrido alguna vez que ves algo por el rabillo del ojo,como algo negro?Pues eso es un intento fallido de esa cosa de acabar con tu vida.¿Que cuándo lo consigue? Bien,tal vez recuerdes que los suicidios eran cosa de Gnok,¿no?Simple,los ''ataques cardíacos'' son cuando esa cosa consigue su cometido;consigue superar su timidez y se coloca frente a la víctima,para luego incrustar su  mano en su pecho (el de la víctima) y agarrar fuertemente el corazón hasta conseguir que no tenga movimiento.

Ah,se me olvidaba,casi me voy sin decir su nombre;sombra.

domingo, 2 de marzo de 2014

El último (Secuela de Maestro del universo)

Despiertas en un extraño lugar.No recuerdas nada de lo que sea que tuvo que pasar para que te encuentres allí.Miras por una ventanilla que encuentras y ves la Tierra desprendiendo brillantes resplandores.

Vuelves del viaje después de un tiempo y comprendes que el lugar en el que te encontrabas era una nave espacial y que las luces de la Tierra eran a causa de una guerra por lo que parece, que eres el último hombre en la faz de la Tierra.No,la última persona,de hecho,tampoco es así:eres el último ser viviente en toda la Tierra.Incluso,lo único móvil:el viento ha parado permanentemente,el mar calma para la eternidad,hasta la Tierra ha dejado de dar vueltas alrededor del Sol.

Te es difícil respirar por el poco oxígeno que queda y el poco aire que absorbes está muy contaminado.Estás en la parte de la Tierra que siempre es de noche y los únicos ruidos que escuchas son el de tus pasos,tu respiración difícil y tu corazón.Debido a las circunstancias entristeces y paras a descansar.
Sigues escuchando pasos.



Maestro del universo

Me llaman de muchas formas:''El arma de los dioses'',''Destructor de galaxias'' o ''Maestro del universo'' entre otras.
Pero eso ahora no es relevante.Hay una prioridad:Detener la tercera guerra,la llamada ''El exterminio'' Esta,será una batalla entre todas la grandes naciones de la Tierra en la que se usarán tanto armas nucleares y de fuego,como biológicas.Pero todo esto,traerá un solo final:El fin de toda raza viviente en la Tierra,por eso debo evitarla.

Tal vez,tenga la fuerza de 10 cíclopes,la velocidad de 20 guepardos,tenga poderes que consideráis ''sobrenaturales'' y un Coeficiente intelectual,como vosotros llamáis,de 469,pero me sería imposible enfrentarme a toda la humanidad yo solo,y más en estos momentos,en los que estoy herido de muerte.

Pero todavía creo que puedo hacer algo.Tú,serás el responsable de la masacre que está por venir,no me preguntes por qué,no tengo tiempo.Lo único que puedo hacer ahora mismo es terminar contigo.

Después de esto,o tu repugnante tiempo de vida habrá acabado o te salvarás y no recordarás esto.Juro que si sobrevives tú y yo también te encontraré y sin remedio morirás.¿Sientes ese aliento frío en tu nuca?Esto será lo último que sentirás,''El beso de la muerte''

Mensaje distante

(Mensaje transmitido por ondas de radio)




Tranquilos,ellos serán incapaces de entender este mensaje.No os haremos nada,somos pacíficos.Venimos solo por la falta de víveres en nuestra galaxia.Podríamos llegar a un acuerdo:Nosotros eliminaremos las plagas que hay en vuestro planeta,la Tierra y,nosotros obtendremos alimento,ya que,nuestra comida favorita son vuestras plagas.Sin ellas,aumentarán los hogares en los que podréis vivir y disminuirán las muertes.Esperamos respuesta...

(Segundo mensaje,también por ondas de radio)



Gracias por la colaboración.Nos dirigimos hacia allí.Como nuestra velocidad es casi la de las ondas,cuando recibáis el mensaje,ya estaremos muy cerca.Si lo que decís de que la plaga no entendió el mensaje y lo llamó simplemente Wow!,no estarán preparados para su exterminio.Aguantad,pronto terminaremos con la plaga de los humanos.